El futuro de la oncología y el impacto de la investigación clínica
El Dr. Luis Ubillos es uno de los médicos oncólogos más promisorios del país. Desde joven se interesó por la Oncología y, con el paso de los años, se entusiasmó con los mecanismos moleculares, el sistema inmune y su incidencia en los posibles tratamientos contra la enfermedad del cáncer.
Estudió en la Facultad de Medicina de la Universidad de la República y se especializó como médico de Oncología, realizó una Maestría en Dirección de Empresas de Salud en el IEEM (escuela de negocios de la UM), cursó un PhD en Ciencias Médicas, se especializó en Gestión de Calidad y hoy es subdirector del Instituto Nacional del Cáncer (INCA). Hoy desarrolla su práctica médica en el Hospital Británico de Montevideo y, en el Centro de Ciencias Biomédicas (CCB) de la UM, es coordinador de los cursos de Oncología molecular y de Inmunología Tumoral e Inmunoterapia.
En la siguiente entrevista, habla de su recorrido profesional y comenta sobre la importancia del desarrollo de la investigación clínica, el impacto social y económico que puede tener en un país como Uruguay, donde existe una gran población afectada por la enfermedad del cáncer. Asimismo, reflexiona sobre el impacto de nuevas herramientas como el Big Data y la Inteligencia Artificial en el rubro de la salud y el rol que deben desarrollar los médicos con la llegada de las nuevas plataformas.
¿Qué lo llevó a especializarse en Oncología?
Cuando era estudiante de medicina, en los primeros años, tuve clases sobre inmunidad de cáncer, y de biología molecular y cáncer. En ese momento (1997), se sabía mucho menos sobre los tratamientos oncológicos. Se hablaba de promesas y vías que podrían tener un beneficio para los pacientes. A mí me enamoraron los mecanismos moleculares, la posibilidad de que el sistema inmune -en algún momento- pudiese ser “destrabado” para tratar el cáncer como algo ajeno en el cuerpo del propio enfermo. Todo eso me llevó a investigar en la cátedra de bioquímica con el doctor Eduardo Osinaga, quien brindaba las clases en ese momento.
Al mismo tiempo que hacía mi carrera clínica de medicina, comencé a investigar sobre cáncer y me especialicé en oncología. Todos esos mecanismos moleculares empezaban a tener más lógica y a considerarse una parte del tratamiento. Hoy son de gran impacto en la evolución de la oncología. Estamos tratando a los pacientes con inmunoterapia y con blancos dirigidos a nivel molecular y es lo que nos ha dado realmente un cambio dramático en lo que son las evoluciones de los pacientes.
¿Cuál es el cáncer -en Uruguay- que tiene la más alta tasa de remisión o cura? ¿Se sabe cuál es la razón de esto?
Más allá de los tumores de piel (no melanoma) que son muchos y a su vez, por lo general, tienen una evolución bastante más benevolente, podemos decir que los que más se curan son aquellos en los que se ha invertido más a nivel internacional en diagnóstico precoz y en investigación. Esas dos cosas son la clave. El cáncer de mama tiene una prevalencia muy alta, ¿por qué? Porque uno puede tener algunas conductas de prevención, aunque son muy heterogéneas en cuanto a su resultado.
El principal objetivo es diagnosticarlo de forma oportuna. Todos sabemos que el cáncer de mama tiene una técnica de tamizaje o diagnóstico precoz que es la mamografía, y que está muy presente y muy accesible en nuestro país; por lo tanto, la mayoría de los tumores mamarios se diagnostican en etapas potencialmente curables. Hoy, en Uruguay, es así.
¿Y en el mundo?
Uruguay tiene un perfil epidemiológico que es muy parecido al de los países desarrollados. Si uno ve la epidemiología del cáncer es prácticamente calcada -no en valores absolutos, por supuesto, pero sí en porcentajes y en tasas- a lo que es Estados Unidos y Europa occidental. En esos países, podrán verse diferencias en cuanto a las regiones, sí, pero en términos generales es uno de los tumores más curables porque se diagnostica de forma muy precoz. A su vez, el cáncer de mama es una de las enfermedades que más investigación ha tenido. Aún en etapas no curables, que no son las que deseamos encontrar, las opciones terapéuticas han incrementado muchísimo la sobrevida. Es impresionante explorar cómo podemos “cronificar” a las pacientes.
Otros tumores, sobre los que yo diría que se puede actuar y que tendríamos que hacer un esfuerzo un poquito mayor, son el cáncer de colon o colorrectal. El cáncer colorrectal también tiene un estudio de detección precoz, que es básicamente la detección de sangre oculta en la materia. A diferencia del cáncer de mamá, en este caso incluso lo podemos encontrar antes de que sea una enfermedad oncológica, cuando es un adenoma. Podría tratarse en ese momento para curar al paciente, incluso sin haber pasado por la etapa de cáncer.
Ese tipo de cáncer ¿se ve más en hombres o en mujeres?
En realidad, en los dos. El cáncer colorrectal, si sumamos la incidencia de hombres y mujeres, podría decirse que es el segundo después del cáncer de mama en nuestro país. El cáncer de mama tiene la incidencia más alta, pero no de mortalidad. Eso indica que la tasa de curación es muy alta.
Por otro lado, tendríamos trabajar en mejores resultados en el cáncer de cuello uterino. Sabemos cómo se desarrolla, sabemos que tiene un agente viral (HPV) que lo puede inducir y, de esa forma, podemos evitar el contagio. Es un poco complejo, pero sí tenemos la vacuna del HPV, que ya está instalada en la población y es muy positivo. Por otro lado, sería importante concientizar a todas las mujeres de realizar el estudio de la colpocitología oncológica (PAP) que es fundamental. La enfermedad del HPV es otra que tendríamos que “agarrar” de forma muy chiquita, muy pequeña y curarla en esa etapa.
Sobre el desarrollo de la investigación clínica en Uruguay, ¿qué impacto tiene en el sistema de prevención actual en el país?
La investigación clínica es fundamental no solo para Uruguay, lo es para el mundo. Toda la medicina avanza gracias a la investigación clínica. Uno puede poner ejemplos icónicos de cómo han cambiado incluso hasta la matriz económica, como es el caso de Corea del Sur. Es un país muy bien desarrollado que apuesta por la investigación clínica lo cual impacta en su desarrollo económico.
La investigación clínica es fundamental para el desarrollo de nuevas estrategias y de nuevas opciones terapéuticas. Hoy, a nivel oncológico, los pacientes viven más y mejor gracias a esta iniciativa. Actualmente, tenemos casos de sobrevivientes de largos años que cursan una etapa metastásica, casos en lo que se ha cronificando la enfermedad. Hoy, incluso, nos estamos planteando la posibilidad de que algunos tumores metastásicos se estén curando. Esto no lo planteábamos hace cinco o seis años, y eso es gracias a las nuevas estrategias, los tratamientos dirigidos y, sobre todo, a la inmunoterapia. Los resultados se han demostrado por la investigación clínica; ensayos de varios pacientes a nivel internacional que han permitido determinar el beneficio de estos tratamientos y que son cada vez más rápidos.
Esa aceleración ocurre porque hay cada vez más opciones, porque los pacientes se enrolan en ensayos clínicos y, luego, tenemos un resultado que dice: “esta estrategia es mejor y significativamente mejor”. Todo esto, a nivel oncológico, ha logrado que la enfermedad, en determinados aspectos, sea o curable o cronificable como otras patologías, o ha mejorado significativamente la evolución del paciente. Eso es lo que la investigación clínica deja como beneficio para la sociedad toda, porque se vuelca el conocimiento a pacientes futuros.
Para el paciente, la investigación clínica tiene un gran beneficio. Por ejemplo, va a recibir al menos la mejor opción terapéutica estándar o una opción potencialmente mejor si le toca el brazo experimental. Los pacientes acceden a tratarse, aun cuando la medicación no esté cubierta -que a veces sucede-. Por otro lado, el paciente es atendido en un contexto de calidad asistencial que es mucho mayor al de la asistencia común, porque los controles en el contexto de un ensayo clínico son muy grandes. Lo que uno le tiene que mostrar al sponsor es que está trabajando con criterios de calidad altísimos que vienen ya de procesos internacionales. Esos espónsores provienen de la industria farmacéutica (en lo que es la investigación auspiciada).
¿Qué otros actores se benefician de las investigaciones clínicas?
Las instituciones y los profesionales se benefician mucho, porque la investigación clínica permite que esa misma cultura de procesos y calidad se vuelque dentro de las instituciones. Beneficia al oncólogo que está reclutando, a la licenciada que está realizando el tratamiento, y la institución, porque empieza a trabajar con procesos aceptados a nivel internacional.
Además, la investigación clínica en el mundo ha generado enorme cantidad de puestos de trabajo para personal altamente calificado, médico y no médico, personal de enfermería, personal administrativo y de coordinación.
La investigación la esponsorizan las empresas grandes. Entonces, Uruguay tiene un debe porque tiene una muy buena investigación, una muy buena investigación básica aplicada (hay investigación clínica independiente), pero tiene que dar pasos para hacerse atractivo para las inversiones de investigación clínica auspiciada. Tiene que dar algunos pasos en cuanto a las normativas, en cuanto a aggiornarse para ponerse a nivel competitivo con la región.
- ¿Cómo interviene el diagnóstico y tratamiento de las nuevas tecnologías, el Big Data y la Inteligencia Artificial? ¿Se ha podido agregar algo acá o afuera?
Las herramientas de Big Data ya se están utilizando. Hoy, los estudios de Real World Evidence o evidencia de la vida real tienen más peso en los ensayos clínicos en la población general y muchos pagadores en el mundo están pidiendo esta información. El Big Data obviamente está cambiando la forma en la que hacemos medicina. Uruguay, por más que quiera o no quiera, ya está subido a esa plataforma, porque en definitiva hoy tenemos información que nos llega por aplicaciones, por plataformas en el que el paciente reporta. Hay un montón de información y vamos a poder sacar conclusiones cada vez más acertadas para cada persona y tratamiento.
Si uno busca en base de datos, existe la posibilidad de hacer secuenciación de los tumores de los pacientes. Secuenciación a nivel genómico, o sea: se toma una muestra del tumor, se hace una secuenciación de esos datos a nivel genético y vuelve un informe que muestra qué es lo que está mutado, qué puede ser tratable y qué estrategias le servirían o no al paciente. Cada paciente secuenciado aporta al Big Data y, a su vez, estas plataformas internacionales toman la información para poder crear informes. Hoy está cambiando la forma en que hacemos medicina porque las indicaciones de secuenciación son mayores y se accede a información más fresca. Capaz que no para un tratamiento en ese preciso momento, pero sí para el que sigue, y eso ya llegó. Acá los pacientes se hacen la secuenciación enviando al exterior porque son plataformas internacionales.
- ¿Esto está llegando a nivel de las clínicas privadas o en el sector público también?
Se ofrece para toda la población. El tema es que tiene un costo y es alto.
Y la Inteligencia Artificial también se utiliza, incluso para esos informes. Cada vez se va a utilizar más para todo lo que tiene que ver con diagnóstico y también para elegir mejor los tratamientos. No estamos hablando de una aplicación pequeña en el teléfono. Se trata de plataformas que ya existen y que hay varias empresas en el mundo que las tienen instaladas para hacer software de soporte y ayuda a la toma de decisiones. Nosotros, los médicos, vamos a tener que ir pensando en cambiar nuestro rol en algún momento. Obviamente hay una parte de la medicina humanista que nunca lo va a poder sustituir una inteligencia artificial: el contacto con el paciente, el trato, en fin, la parte humana. Entiendo que la toma de decisiones cada vez más va a ser con soportes, quizá de Inteligencia Artificial, que van a simplificar un montón de cosas relacionada con la memoria y protocolizaciones. El médico va a tener que ser cada vez más humano para dar ese plus y ser un buen piloto de toda esa información.