Sofía Klot

"La UM me dio las herramientas para aspirar a un lugar en Harvard"
Sofía Klot en la sede central de la UM.

Sofía Klot tiene 26 años. Es abogada, egresada de la generación 2010 de la Facultad de Derecho de la UM. Recientemente fue aceptada para cursar un LL. M en la Universidad de Harvard. En la siguiente entrevista para la sección "¿En qué andan?", Klot habla de su experiencia y sus proyectos. 

¿Dónde trabajás en este momento? ¿En qué consiste tu actividad? 

Trabajo en FERRERE Abogados desde hace unos 5 años, en los departamentos Corporativo y Comercial y Seguros y Reaseguros. Soy asesora legal. En pocas palabras, mi trabajo consiste en solucionar toda clase de problemas legales que enfrentan clientes locales o internacionales en su actividad diaria, o en el desarrollo de emprendimientos específicos. Mi rol como abogada consiste en entender el negocio del cliente, brindarle asesoramiento estratégico y ayudar a inversores extranjeros a realizar sus proyectos en el país. Frecuentemente participo en la coordinación y ejecución de fusiones y adquisiciones a nivel regional, en donde interactuamos con firmas de todo el mundo para llevar adelante la compra de negocios muy diversos, desde bancos hasta free shops, pasando por toda clase de operaciones regionales. 

Dentro del grupo de Seguros y Reaseguros, asesoro a aseguradoras y reaseguradoras internacionales en temas vinculados a su instalación y operación en Uruguay, su regulación específica, análisis de siniestros, negociación y redacción de contratos con proveedores, clientes y corredores. Además, y en paralelo, participo en algún juicio o arbitraje. 

El trabajo de asesoría te obliga a ser abogada “todo terreno”, hay que saber un poco de todo, y ponerse la camiseta del cliente. Es un trabajo súper motivante y desafiante a la vez. Me da la posibilidad de estar en la cocina de algunas de las inversiones más importantes de los últimos años, de esas que salen en la tapa del diario o en el noticiero. Más allá de la satisfacción de ver tu trabajo plasmado en hechos, se trata de proyectos que tienen una repercusión económica y social, que crean fuentes de trabajo y oportunidades de crecimiento para el país. La posibilidad de aportar mi granito de arena es un gran incentivo. El desafío consiste en trabajar bajo la presión y con la adrenalina típicas de estos megaproyectos, que exigen gran precisión en el análisis o el consejo, muchas veces en tiempos muy cortos. Trabajando codo a codo con el cliente uno aprende a pensar en “clave de negocios”, algo para lo cual los abogados (formados para el litigio) no estamos acostumbrados. 

¿Cómo es la beca que obtuviste en Harvard? ¿Qué expectativas tenés? 

Hace mucho que quería irme a estudiar afuera, aun antes de decidirme por la abogacía. Harvard siempre fue mi sueño. De chica lo veía imposible, algo que sólo pasa en el mundo de las películas y en las series americanas que consumía (y consumo) en cantidades astronómicas. Recibir la noticia de la admisión en marzo fue increíble, de las cosas más gratificantes que viví, sobre todo porque fueron años de trabajo y esfuerzo para estar en condiciones de aplicar al máster. Un mes más tarde, me avisaron que me habían dado una beca casi completa. ¡Eso fue la frutilla del postre! 

La beca que recibí cubre prácticamente todo el costo del máster. La ventaja que tiene Harvard sobre otras universidades de EE.UU es que otorga sus becas en base a la necesidad del postulante, y no sólo de su mérito. De entre las miles de personas que aplican cada año, Harvard selecciona aproximadamente 160 candidatos para ingresar al máster de Derecho (LL.M). Luego, en una segunda etapa, el Comité de Becas analiza quiénes de esos 160 que ya tienen su lugar asegurado pueden afrontar el costo del máster. Todos los estudiantes admitidos que no pueden costear sus estudios reciben un porcentaje de beca variable, aunque normalmente generoso, junto con un préstamo a 15 años con tasas de interés bajísimas. Es un sistema basado en la justicia distributiva que, a la larga, prioriza la capacidad de los postulantes por sobre sus recursos, y elimina un obstáculo enorme (a veces el más grande) que hace que los mejores candidatos queden por el camino. 

En cuanto a mis expectativas del máster, muchos amigos y colegas que vivieron la experiencia me dijeron “va a ser el mejor año de tu vida”. ¡Así que no espero menos! Mis expectativas van mucho más allá de hacer una especialización en lo que me gusta: espero un año de crecimiento profesional y redescubrimiento personal, de explosión creativa en un ambiente intelectualmente estimulante como pocos, de intercambio cultural, de nuevas ideas, enfoques y discusiones sobre temas actuales con profesores y compañeros, de amistades y vínculos que espero se prolonguen en el futuro, y, fundamentalmente, de aprendizaje. 

¿Cuáles son tus recuerdos del paso por la Facultad de Derecho de la UM? 

Los mejores recuerdos de grandes amigos y profesores que me dieron para adelante con mis “locuras” académicas. Son 5 años en los que uno vive de todo, y la facultad es uno de los escenarios principales donde trascurren nuestras vidas. Como toda experiencia, hay éxitos y derrotas, buenos momentos y sinsabores propios de la vida del estudiante, pero el balance de mi paso por la UM es, sin dudas, positivo. El hecho de que la UM sea una institución relativamente chica contribuye a que se geste un sentimiento de comunidad y pertenencia, que permanece después de que uno egresa. Ello también es mérito de las autoridades y el personal, que ayudan a crear este ambiente casi familiar. 

Con todo, no siento como si mi paso por la UM haya terminado. De hecho, sigo muy involucrada con la Facultad de Derecho, dando clase y ayudando como coach a los chicos que participan en competencias de Derecho. Mi esperanza es mantener el vínculo con la universidad y devolver algo de la excelente formación (académica y humana) que recibí. 

¿Cómo sentís que te preparó la universidad para el mercado laboral? 

Empecé a trabajar a los 21. En ese momento, estaba en tercero de facultad, exactamente en la mitad de mi carrera, así que la facultad y el trabajo se complementaron perfectamente para darme un enfoque teórico-práctico. Me pasó que todo lo que aprendía en facultad después lo veía aplicado en el trabajo, pero también al revés: la experiencia que acumulé trabajando me sirvió para darle un sentido práctico a temas que a veces parecían muy abstractos. 

Los programas de la UM aportan un diferencial que otras universidades no ofrecen, como por ejemplo, la posibilidad de estudiar materias de Derecho Anglosajón en inglés, cursos prácticos, idiomas, etc., con una carga importante de materias de Derecho Comercial. En mi experiencia, los egresados de la UM salen comparativamente mejor preparados para cierta clase de empleos, en los que justamente se valoran esos conocimientos. En mi caso, me ayudó para darle a mi carrera el enfoque internacional que siempre quise. 

En mi opinión, el aspecto más destacable de la formación de la UM no tiene que ver con lo estrictamente curricular, sino que tiene que ver con las actividades extracurriculares que pude aprovechar, por ejemplo, los programas de intercambio con universidades en el exterior, la posibilidad de participar en competencias internacionales, y de publicar trabajos en la Revista de Derecho. Tuve la suerte de integrar cuatro equipos de la UM que participaron en competencias de Derecho Internacional y Arbitraje, viajando a Washington DC, Viena y Buenos Aires. En dos de esas competencias, y gracias al apoyo de la facultad y de nuestra brillante coach, salimos primeros y segundos, cual “maracanazo” del Derecho. Eso fue, en definitiva, lo que me abrió la puerta a las mejores universidades de EE.UU. Fue compartiendo estas instancias que, además, forjé las amistades más fuertes. 

Aun después de recibida, la UM me siguió ofreciendo nuevas oportunidades de desarrollo personal y académico. Integré la Cátedra de Técnicas de Negociación, Conciliación y Arbitraje y ahí descubrí una fuerte veta por la docencia, que pretendo seguir explorando. También me desempeñé como co-coach de los estudiantes que viajan a las competencias de arbitraje. 

Todas estas experiencias que acumulé a lo largo de mis años en la UM (y después) fueron tan formativas como la educación curricular que recibí. Y en mi caso particular, me dieron las herramientas para aspirar a un lugar en Harvard, y desarrollarme profesionalmente. 

¿Qué le dirías a los alumnos actuales y futuros? 

Sólo me gustaría incitarlos a que aprovechen todas las oportunidades que brinda la universidad, que no son pocas, más allá de lo estrictamente curricular. Vale la pena el esfuerzo, y van a tener los mejores recuerdos de su paso por la UM. 

Entrevista realizada en julio del 2012.