"Quiero contribuir al rol de la abogacía volcada al servicio de excelencia"

Federico Formento formó parte de la segunda generación de Derecho y la primera de Notariado de la UM. Hoy integra el despacho de Fischer & Schickendantz, firma de Andersen Tax & Legal, y es profesor de FDER
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Con abuelos que participaron en la negociación de acuerdos transnacionales entre Uruguay y distintos países, un padre que trabajó en la sede de la ONU en Nueva York, tres hermanos abogados y una esposa escribana, Federico Formento afirmó que “el Derecho y las relaciones internacionales y económicas que se derivan de él” han estado “íntimamente vinculados” a su familia desde siempre.

Al árbol genealógico de fuertes raíces jurídicas, se sumó su deseo de vincularse a esa disciplina: “Puedo afirmar con orgullo que el Derecho fomenta e incorpora los principios y directrices que siempre he compartido en lo social y en lo político. Todo ello, sin dejar de lado una vinculación directa con el entendimiento empresarial que supone un mundo interconectado y profundamente corporativo. Con la innovación como factor común, estaba convencido de que encontraría todo eso en la UM”.

Así, formó parte de la segunda generación de Derecho de la UM en el 2000, de la primera de Notariado en 2007 y del primer Programa de Negocios Estratégicos y Economía Global entre la UM y la London School of Ecomomics and Political Science (LSE), “siempre con la confianza de que la excelencia nada tiene que ver con la antigüedad de las instituciones”. “Mi experiencia con la universidad fue siempre la de apostar y confiar, más que elegir solamente una carrera”, expresó.

“El desafío era no solamente estudiar leyes con los mejores profesores nacionales y del exterior, sino una propuesta que me permitiese insertarme en el ámbito empresarial, que siempre entendí como inescindible para un ejercicio moderno de la profesión”, agregó. En esta línea, aseguró que encontró esto en la inclusión de los programas de materias como Finanzas, Administración de Empresas, Marketing, Contabilidad, Informática e Inglés Anglosajón: “Era inmejorable. Buscaba no sólo saber Derecho, que es lo primero y más importante, sino también ejercerlo de una manera que trascendiera”.

El despacho del que es parte desde 2010, Fischer & Schickendantz, se incorporó como el estudio integrante de Uruguay de Andersen Global, una de las principales firmas legales y de impuestos. Como socio de Andersen Tax & Legal, se desempeña en el área corporativa, con foco en proyectos de infraestructura, energía y agro negocios. Además, desde 2013 es profesor de Derecho Agrario en la UM y fue también asistente de la cátedra de Derecho Comercial: «La experiencia académica es única, siendo un valor inestimable el contacto con los alumnos. Más que enseñar y dar clases, percibo lo académico como un “compartir experiencias”». Desde hace siete años es editor para Uruguay de la publicación jurídica inglesa “The Law Reviews” y semanalmente publica un artículo de opinión en Linkedin.

Con algunos años en el mundo laboral, ¿qué herramientas te parece que te dieron las carreras de Derecho y Notariado de la Facultad de Derecho (FDER) de la UM?

En mi vida profesional he intentado aplicar la máxima que desde el primer día nos inculcaron el Dr. Mariano Brito, que en ese momento era rector de la Universidad, y el Dr. Juan Manuel Gutiérrez, quien coordinaba entonces la carrera de Derecho: apostar siempre a la excelencia, siendo los mejores en cada desafío, con visión global y aplicando valores diariamente.

Recuerdo la importancia de la UM en formarnos para triunfar en un mundo donde existen sistemas y culturas muy diversos, definitivamente sin fronteras, en donde un abogado o escribano debe necesariamente entender al negocio en el que participa y asesora. Gracias a ello, laboralmente me desempeñé en organismos internacionales de comercio exterior como ALADI, en estudios jurídicos de plaza con presencia como Guyer & Regules y Fischer & Schickendantz, actualmente Andersen Tax & Legal, e incluso en empresas multinacionales como corporate in house.

En tu trayecto académico y laboral se dibuja un marcado perfil internacional. A veces existe la tendencia a pensar que un abogado solamente puede desenvolverse en su propio país, ¿qué opinas sobre eso?

Definitivamente el mayor valor agregado de la profesión, en una economía global como la que vivimos, es aportar valor integral al cliente. Ello implica ser conscientes de que ejercer como abogados supone comprender al Derecho como un factor de competitividad de inserción —en nuestro caso de Uruguay— en el mundo; de tomar como un hecho ya consumado la irrupción de la tecnología y el Big Data en el ejercicio de la profesión legal; y entender que saber de finanzas internacionales es un “must” para participar en cualquier transacción internacional, por más que nos enfoquemos en las aristas legales de un contrato o litigio.

Durante el Programa del LSE en Londres pude comprobar con satisfacción, con estudios probados por profesores de élite, que, a pesar de lo complejo del futuro del trabajo en el mundo, por factores tan disimiles como la robotización o el avance de China, que provocarán probablemente una disminución en las fuentes de trabajo y, con esto, una competencia muy exigente, nuestra profesión nunca caducará o se extinguirá.

En estos días ya estamos compitiendo desde Uruguay con abogados de países como India o de África, y podría decir que incluso competiremos con programas de software que suplantarán tareas que tradicionalmente las firmas de abogados desempeñaban. Lo que nunca podrá suplirse, no obstante, será el rol del asesor legal que pueda entender las necesidades de un cliente de forma global y personalizada, y para ello es necesaria la formación en otras áreas.   

¿Cuál es tu visión sobre el contexto nacional actual del Derecho Corporativo y Comercial? ¿Cuáles te parecen los mayores aciertos del sistema legal, comercial y cultural en torno a esta área y qué consideras que se podría mejorar?

El Derecho Corporativo en nuestro país no escapa a la tendencia internacional de una mayor regulación en materia de “compliance”, de los medios de pagos electrónicos y de las aplicaciones tecnológicas. En cuanto a las dos primeras, la normativa ha comenzado un proceso de incorporación —hasta ahora gradual pero ineludible— de los lineamientos que rigen los principales ordenamientos del mundo. Aún falta mucho para lograr una armonización normativa en esas áreas, pero su consideración legislativa era imprescindible. Considero, no obstante, que no se ha incluido debidamente en la agenda el tratamiento de las start up, y en particular de las aplicaciones tecnológicas, lo que conllevará que los vehículos de inversión, los contratos sobre transacciones y las relaciones entre consumidores y productos deban ser reconsiderados en miras a un Derecho Corporativo moderno.

Mirando hacia el futuro, ¿cuáles son tus planes?

Apuntar cada día a nuevos y más exigentes desafíos, siempre con valores eje como la familia y la amistad. Ser padre, esposo y amigo, es la parte más importante de mi proyecto vital, y parte clave de mi formación en la UM, que ahora perdura en Alumni.

En mi profesión, poder generar nuevos espacios de actuación y de innovación, intentando contribuir con la inserción y asimilación de un rol de la abogacía volcada al servicio de excelencia y los resultados, y en donde la comprensión del negocio del cliente sea tan importante como nuestra intervención profesional misma. Mis proyectos futuros se enfocan precisamente en esa la dirección, la de “emprender” desde el Derecho, y la de colaborar con la participación público privada, que considero clave para el desarrollo de Uruguay.