La coordinadora residente de la ONU en Uruguay visitó la FCEE

Mireia Villar Forner brindó una charla a los alumnos de la materia Liderazgo de la Facultad de Ciencias Empresariales y Economía de la UM
Mireia Villar Forner en su charla en la UM

Con 24 años de trayectoria en la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Mireia Villar Forner se define como una “generalista, que ha hecho un poco de todo” dentro de la Organización. Ha construido su carrera profesional llevando a cabo funciones técnicas, de gestión, ejecutoras y de manejo de programas en varios países con realidades culturales, sociales y políticas muy diferentes. Vivió en Irak, Estados Unidos, Bolivia, Bélgica y, desde junio de 2017, en Uruguay, como Coordinadora Residente de la ONU. 

En el marco del ciclo de “Visitas de líderes referentes”, el 22 de agosto Villar Forner brindó una charla a los alumnos de la materia Liderazgo de la Facultad de Ciencias Empresariales y Economía de la UM, a cargo de la docente Graciela Foggia. Habló sobre su experiencia laboral dentro de la Organización y cómo logró compaginar su vida profesional con sus intereses personales y relaciones familiares en carreras como esta, llamadas “de movilidad”. También explicó en qué consiste el trabajo que hace la ONU en Uruguay en pos del desarrollo sostenible a través de las agencias, fondos y programas como el PNUD, ONU Mujeres, UNICEF, la OMS, la FAO, la UNESCO, entre otras. Asimismo, compartió reflexiones sobre cómo ha evolucionado la Organización en temas de liderazgo

Luego de su presentación los alumnos realizaron las siguientes preguntas:

Trabajaste para la ONU en Irak de 1999 a 2002 bajo el régimen de Sadam Husein, y tuviste que volver en 2004 para reestablecer las oficinas de la Organización que se vieron afectadas luego del ataque terrorista que sufrió la sede de la ONU en Bagdad en agosto de 2003. ¿Qué te motivó a seguir, sabiendo que tu vida corría peligro?

Cuando me propusieron volver estaba reestablecida en Nueva York hace un año y pocos meses, pero nunca tuve ninguna duda. Quiero al país y a su gente. Hice muchas amistades en esos tres primeros años que estuve en Irak, me imaginaba lo que ellos estaban pasando. Muchos amigos fallecieron. Entonces cuando me dijeron que necesitaban reestablecer las oficinas de forma inmediata dije “sí, claro”. También es cierto que en ese momento no estaba casada y podía tomar decisiones de ese tipo, además consideraba que podía aportar sin necesidad de muchos preámbulos, ya que conocía a mis colegas y al país.

¿Cómo pudiste lidiar con una responsabilidad tan grande, con 30 años, es decir, siendo tan joven?

En mi primer período en Irak, como directora del Programa de Rehabilitación de la Red de Electricidad del PNUD en el norte del país, la agencia de la ONU era un equipo relativamente chico, luego contratamos a un equipo enorme de ingenieros de Nueva Zelanda, Australia y Bosnia que manejaban la parte física del proyecto.

En ese entonces tuve un jefe, por dos años, que el día que se fue lloré, porque era inspirador, me hacía ver que mi trabajo era fantástico. No yo, sino que la razón por la que estábamos trabajando, valía la pena. Él no lideraba desde la jerarquía, lideraba a tu lado, entonces me sentía acompañada. Además, me impulsaba el aprendizaje constante, cada cosa que hacía era nueva, la aprendía y la hacía, y los ingenieros me respetaban. Fue muy interesante porque eran todos señores mucho mayores que yo.

(…) Es importante, cuando estás en puestos jerárquicos, tener claro que eres jefe porque tienes cualidades de liderazgo y puedes ayudar a construir una visión. Entonces, aun siendo más joven, yo sabía que era buena en lo que hacía y el respeto pasaba por lo que yo podía aportar a una conversación y no mi edad. Anclarte en un conocimiento y rigor creo que es una herramienta muy útil. También demostrar interés en aprender, no llegar a un lugar creyendo que lo sabes todo.

¿Qué te permitió liderar en países con culturas tan diferentes?

Mucha apertura mental, porque estás en casa de otro. Generosidad. Una curiosidad natural por lo ajeno. Empatía.  Si no te interesa el otro, no vayas al otro. Todo eso es lo que te permite ser resiliente a los avatares de la vida profesional y personal. También es muy importante tener relaciones diversas fuera del trabajo. Rodéense de personas que los apoyen. Porque todo el liderazgo y desarrollo profesional que van a tener va a pasar hilado con sus vidas, familias y ambiciones. Y hay que tener madurez emocional para saber cuándo tenés que parar, tomarte unas vacaciones o cambiar de empresa. Eso se aprende, se trabaja.