“No me dieron ganas de pedir, sino de agradecer”
Con una gran sonrisa debajo de los tapabocas, cinco estudiantes de la UM se reunieron el viernes 18 de setiembre en la Parroquia de Fátima, junto algunos familiares y amigos. Después de un año de preparación, cuatro de ellas —Sofía Gard, Florence Wallace, Belén Puppo y Adélida Rieta– recibieron el sacramento de la Confirmación y Angelina Barrios hizo su primera Comunión. Se confirmaron también ese día otras personas que se prepararon en esa parroquia.
Sofía, Florence, Adélida y Angelina son alumnas de Comunicación; Belén estudia la Licenciatura en Dirección y Administración de Empresas y la Tecnicatura en Gestión de Eventos y Hospitalidad. Las clases de formación cristiana estuvieron a cargo de la Dra. Sofía Maruri, profesora de Facultad de Derecho, quien también estuvo presente en la ceremonia. Del curso, Sofía Gard aseguró que valoró que “no era solo ir y escuchar, sino que siempre había espacio para participar, para sacarse las dudas, para hacer preguntas”. Por su parte, Belén destacó que las clases la ayudaron a “bajar a tierra” la formación, para ver la forma de vivirla.
El sacramento de la Confirmación lo imparte siempre un obispo. En este caso, el celebrante fue Mons. Luis Eduardo González, uno de los dos obispos auxiliares de Montevideo, quien estuvo en la UM el jueves anterior para un encuentro con las confirmandas y saludó al rector Juan Manuel Gutiérrez Carrau. Participó también en la ceremonia el capellán de la UM, Pbro. Xavier Masdeu. Al comenzar la homilía durante el día de las Confirmaciones, el obispo aseguró: “En un año de incertidumbres, nosotros estamos celebrando las certezas”.
El Evangelio de ese día relata una escena en la que Jesús predicaba junto a los apóstoles y algunas mujeres. Haciendo referencia a la última frase —“Ponían todo en común”—, les dijo: “Que lindo que ustedes sean elemento de unidad en su familia, en la facultad, en el trabajo, en la sociedad, que necesita tanto del Señor. El Papa Francisco permanentemente nos anima a cuidar la casa común, que también nos pertenece, pero no para tenerla en posesión, sino para entregarla a los demás de la mejor manera posible”.
Les dijo que no están solas, ya que cuentan con la ayuda de Dios y con el apoyo de sus madrinas y padrinos. Haciendo alusión al gesto en el que los padrinos apoyan su mano sobre los confirmandos y conforme al compromiso que implica el sacramento que estaban recibiendo, el obispo las animó a preguntarse: “Nuestras manos, nuestra fe, ¿a quién apoya, a quién impulsa, a quién sostiene? ¿Por quién rezo? ¿A quién le transmito la fe?”.
“Que lindo que ustedes sean elemento de unidad en su familia, en la facultad, en el trabajo, en la sociedad, que necesita tanto del Señor".
“Cuando comulgué no me dieron ganas de pedir algo, sino de agradecer”, aseguró Angelina. Habló sobre la elección de un bien mayor, que lleva a la felicidad, y también sobre lo que implica: “Creo que la decisión de querer seguir a Jesús es saber dejar cosas de lado que capaz que en un momento o en un principio no te convence dejarlas, pero después te das cuenta de que es necesario y que sirven para hacerte bien a vos”.
Sobre el final de la ceremonia, Adélida y Florence subieron al presbiterio para agradecer al obispo, a sus familias y a quienes estuvieron a su lado en el camino de preparación. Sofía expresó que recibir este sacramento es “aceptar que querés cambiar, que querés vivir como Él” y dijo que eso conlleva “dejar de hacer todo pensando en vos, para poner a Jesús en el centro”. Belén aseguró que “es solo el comienzo” y, al igual que las demás, dijo que a partir de ahora quiere “dar testimonio de que, si conocés a Cristo, todo es mejor y de que de verdad te puede cambiar la vida”.