Mastra: Una fábrica de cerveza rebelde y honesta
“Me identifico con la Strong Pale Ake, porque es una cerveza que surgió por error”, dijo el ingeniero Wilfredo Camacho, miembro de la red Alumni de egresados de FIUM, definiéndose como uno de los 12 estilos de cerveza que ofrece Mastra. “Íbamos a hacer una cerveza belga, pero nos quedamos sin la levadura indicada, entonces le pusimos otra y quedó espectacular”, añadió.
Esto explica que la fábrica haya nacido y triunfado gracias a lo que Wilfredo llama “causalidades”, a una mezcla de suerte y esfuerzo, también a su personalidad fuerte, pero amable, “fácil de beber”, como esta cerveza.
¿Dónde trabajaste antes de fundar Mastra?
Mientras era estudiante trabajé en un banco y después hice pasantías en el rubro metalúrgico. Más adelante me salió un trabajo en una empresa constructora como director de obra, ahí aprendí mucho sobre gestión de personal, de proyectos y procesos.
Cuando me recibí en 2005 estaba en auge la Ingeniería Industrial. Fui cambiando de sectores, creciendo, moviéndome en diferentes empresas, hasta que terminé en un puesto de gerente de producción en una fábrica de caños de acero inoxidable.
¿Qué te motivó a emprender?
Siempre estoy queriendo cambiar cosas. En su momento quería cambiar mi vida porque no me veía trabajando ocho horas, cinco días a la semana para después irme a casa sin aportar nada. Quise ponerle mi firma a algo, porque cuando entrás a una empresa que ya tiene una estructura sólida muchas veces no podés desarrollar tus propias ideas.
¿Cómo surgió la idea de fundar la primera fábrica de cerveza artesanal de Uruguay?
Yo no era nada fan de la cerveza. O sea, la consumía como cualquier joven, pero nada más. En 2006 viajé a Córdoba y probé cerveza artesanal en Villa Belgrano. Me asombró que no se produjera en Uruguay, acá solo existía la multinacional que había adquirido todas las cervezas. Entonces vuelvo con ganas de importar. Le escribí a varias empresas argentinas, pero como nadie me respondió los mails hice un proyecto híper conservador y se lo mostré a un inversor conocido, Alejandro Cardoso, quien finalmente decidió invertir.
Me llevó un año desde que le presenté el proyecto hasta que conseguimos las habilitaciones comerciales, desarrollar la marca y empezar a vender el producto. El 3 de octubre de 2007 largamos Mastra al mercado con tres estilos, lo que hoy serían la golden, la scottish y la stout.
En ese momento la inversión era de 40.000 dólares. Armamos una fábrica para vender 7.000 litros por mes. Con otros dos chicos más fuimos a Argentina para capacitarnos y visitar fábricas. Compramos unos equipos en Buenos Aires y otros equipos acá. Fundamentalmente eran ollas y unos fermentadores plásticos. Alquilamos una vieja panadería que la llenamos de botellas y armamos una cámara de frio. Al principio hicimos muchas pruebas, empezamos a producir y producir. Fue una etapa de prueba y error, los primeros lotes se tiraron.
¿Cómo fueron los primeros meses en el mercado?
Los primeros seis meses fueron un fracaso total. De los 7.000 litros solo vendíamos 2.000 en promedio por mes. Nadie compraba las cervezas porque eran más caras en comparación a las que estaban en las góndolas. No era fácil entrar a los sectores de venta porque había contratos fuertes con estas otras marcas. Además, la gente no estaba acostumbrada al producto, les resultaba fuerte.
Fue un gran desafío llevar adelante un producto que nadie conocía. Al principio solo vendíamos botellas, pero descubrimos que funcionaba más el chop, entonces fuimos 50% y 50%.
¿Cuál fue el punto de inflexión?
Cinco años después de haber lanzado Mastra las ventas también eran pésimas porque nos afectó la crisis del 2012. La pelamos todo ese tiempo porque al ser una empresa pequeña las pérdidas se bancaban, le podíamos dar una oportunidad, pero ya no le estábamos viendo el sentido a mantener la fábrica abierta.
En 2013 se presenta la posibilidad de tener un punto de venta en el Mercado Agrícola. Ahí fue cuando explotó. Logró tener mucha difusión, salió en la radio, en la tele. Hizo que pegara un salto sustancial, se duplicaron las ventas y las personas empezaron a reconocer el nombre.
Para el MAM armamos un proyecto que le llamamos “Chopería”, una mezcla de bar de tapas español con un bar cervecero. Al principio calculamos que íbamos a vender 500 litros el primer mes y terminamos vendiendo 6.000. No había intermediarios entonces vendíamos la cerveza a precio de consumidor. Empezó a entrar mucho dinero y con eso compramos más quipos y contratamos más personal porque necesitábamos pegar un salto de calidad y cantidad. Tuvimos que mudarnos porque la fábrica ya era muy chiquita. Pasamos de ser tres personas a ser 14. Pasamos de producir 7.000 litros por mes a producir 15.000.
Después de esto nos asociamos con la pizzería Rodelú y abrimos sucursales en Punta Carretas, Pocitos, en el departamento de Colonia y en Salto. Hoy tenemos una capacidad para producir 36.000 litros por mes. Tenemos 10 estilos de cervezas fijos más uno mensual y otro estacional que los realiza el maestro cervecero Alfredo Sandoval.
¿Cuáles son los valores que intenta transmitir Mastra?
Honestidad, respeto y rebeldía. Respetamos lo que está, pero de una forma queremos cambiar lo que no está bien, ahí es que somos rebeldes.
Un monopolio no es bueno de ninguna forma. Si no le das a la gente cosas para elegir, la estás limitando. Nosotros vinimos a generar cambios, a luchar con los molinos de viento para brindar más opciones. Además, queremos potenciar el intercambio comercial con empresas locales y artesanales.
No solo vendemos cerveza, también vendemos cultura, conocimiento y disfrute. Buscamos que todo sea agradable, el ambiente, la comida, la música. Ofrecemos una experiencia. En el 2006 la gente no sabía nada de cerveza, hoy sabe y te exige calidad.
¿Cuál es el origen del nombre?
La agencia que desarrolló la marca entendió que veníamos a enseñar sobre cerveza, entonces le quitó la letra “e” a la palabra maestra y así surgió Mastra. Pero la verdad es que nosotros fuimos los que más aprendimos en todo este camino recorrido.
¿Qué has aprendido en estos doce años?
En este camino aprendí a ser flexible, porque si no lo sos, te hundís. Cuando uno arranca con un proyecto piensa que va a ser de una forma y en realidad tiene vida propia, va cambiando.
También aprendí mucho sobre gestión de personal y motivación. Un emprendedor tiene una gran responsabilidad social. Yo empecé trabajando con un empleado y hoy, de Mastra, dependen muchas personas. 14 trabajan en la fábrica y 36 en las cinco choperías. Esto es como una familia, me preocupo en darles todo lo que puedan necesitar. Lo principal para mí es el punto de vista humano. Cuando vos emprendés, cambias vidas. Mucha gente que salió de acá se puso a emprender en diferentes negocios.
¿Qué consejo le darías a alguien que esté pensando en emprender?
Que se dedique de lleno a su emprendimiento para que funcione bien. Estuve trabajando cinco años en la empresa de metalúrgica al mismo tiempo que tenía Mastra, pero no rendía el 100% en ninguno de los dos trabajos. Uno tiene que estar presente 24 horas al día, los 365 días del año.
¿Tienen planes a futuro?
Nuestro objetivo es seguir desarrollando la red de franquicias en el interior, lo que implica aumentar la capacidad de producción. Queremos llegar a sesenta mil litros, pero no más. Ahora que tengo un hijo quiero sacar un poco el pie del acelerador porque mi prioridad es mi familia.
¿Qué herramientas te brindó la UM para desarrollarte profesionalmente?
En Ingeniería te capacitan para resolver problemas. La carrera me dio un orden, una disciplina. La UM es bastante exigente, entonces mantuve esa exigencia en mi vida y en mi empresa.