Juan Andrés Ravecca y Nicolás Torres
Después de estudiar Derecho en la UM, Juan Andrés Ravecca vivió en Chile junto a su esposa y su primera hija. A veces, iba a un almacén, que era una cadena como de 50 locales, que le quedaba cerca, a comprar pañales o comida y aprovechaba a traer otras cosas. Un día, miró la factura de la tarjeta de crédito y se dio cuenta de que debitaba más al almacén que al supermercado.
“Y ahí, pensando un poco en Uruguay, en donde la gente está acostumbrada a comprar en almacenes, se me ocurrió la idea de modernizar lo que eran los almacenes viejos del país, buscando mantener las cosas buenas de los almacenes —servicio, dueño, los buenos puntos que tiene— y, por otro lado, traer otro tipo de mercaderías que capaz el almacén no las compra. Además, mantener la rapidez, que es lo que busca la gente en el almacén y, a la vez, que sea una experiencia de compra para la persona”, contó Ravecca.
Él y Nicolás Torres, egresado de la carrera de Dirección y Administración de Empresas de la UM, hicieron un MBA en Babson College, Massachusetts, EEUU, una universidad muy vinculada al emprendimiento.
Torres se unió a Ravecca cuando estaba por abrir el primer almacén Kinko. Relató que en ese momento la oficina era en el garaje de Ravecca. Dos años después, tienen diez locales abiertos y más de 130 empleados.
¿Qué define a Kinko?
Ravecca: A Kinko lo que lo define es la urgencia y las necesidades de las personas. Es conveniencia. Nuestro público son personas que viven a tres cuadras a la redonda como máximo.
Además, por más que el surtido es casi igual en todos los Kinkos, en cada uno hay una partecita mínima que lo marca el barrio. Por ejemplo, capaz en un barrio no hubiéramos puesto Jhonyy Negro —porque no ameritaba por el público que había— y de repente tenemos un vecino que se toma una botella por día. Entonces, ya en el mes son 30 botellas que capaz no las tenemos en ningún otro local, solo en ese. Al tenerlo ahí, nos tenemos que ajustar a él y tener esa botellita de Jhonny Negro porque él la va a venir a buscar.
Hay muchas cosas que nos las piden los propios clientes y eso es un poco lo que hacía el almacenero antes y es lo que buscamos, tratar de conseguir esa relación y no esa separación que existe en los supermercados en donde está el cajero que rota y hay 30 cajeros en un local. En los Kinkos hay 5 empleados que no cambian y dan ese servicio adicional.
Torres: Tenemos casos de clientes que van todos los días y hasta varias veces por día. Por ejemplo, señoras mayores que viven cerca de los Kinkos y se da la relación de hasta saludarse con un beso.
¿Qué le dirían a un estudiante que esté en la universidad ahora y quiera asumir el desafío de emprender?
R: Creo que cada uno tiene su momento. Si me preguntás a mí, mi experiencia personal —que puede ser diametralmente opuesta capaz que hasta a la de Nico— pienso que es fundamental que uno antes de tirarse al agua o hacer algo solo, tiene que aprender porque te vas a evitar muchas paredes. Yo trabajé casi cinco años e hice los dos de posgrado antes de decidir tirarme a hacer algo.
No es solo porque estoy con Nico y tenemos un directorio, personal, administración, etc. Pero es bueno aprender de otra gente que te puede dar mucho Known How que uno no lo tiene. Hay una estadística que nos mostraban en la universidad en EEUU que muestra cuántos emprendimientos sobreviven y en qué año desde que comienzan. Creo que muchas veces ese perder en esa búsqueda de emprender se te puede dar porque no estabas preparado para afrontar determinados desafíos que se te pueden presentar.
A mí me ayudó muchísimo mi vida laboral antes de venir acá pero capaz que depende del emprendimiento. Si sos un ingeniero y hacés un aparato en la universidad no podés esperar a trabajar para hacer el aparato. En mi caso fue más planeado, traté de acotar lo más que pude los riesgos, obviamente siempre vas a tener riesgos.
T: Lo que tiene Uruguay es que hay mucho miedo al fracaso cuando haces un emprendimiento. Existe miedo a quedar mal parado o fracasar y decir: “Nunca más, ya está”. En EEUU es al revés, te fomentan a trabajar, seguir probando y seguir insistiendo.
La gráfica que decía Juan muestra que está comprobado que 8 de cada 10 emprendimientos mueren en el primer año y después, de los otros dos que quedan, la mitad muere en el segundo año. No hay que tener miedo a probar, a emprender y seguramente fracases. Todavía nosotros no estamos salvados.
¿En el futuro piensan seguir expandiéndose en Uruguay o en el mundo?
R: En el mundo no creo pero sí creo que hay mucho lugar todavía en Montevideo. Creo que estamos en un año medio bisagra y nos estamos armando para salir a comernos la cancha. Fue un año que decidimos frenar un poquito. Pasamos de estar trabajando en un local nosotros dos con alguna otra persona a tener 130 empleados de la nada.
T: La oficina era el garaje de Juan y hacíamos todo nosotros dos. Cuando va aumentando el tamaño del negocio, la empresa va creciendo, la estructura va creciendo.
R: Vino una gran Gerente de Recursos Humanos. Empezó a trabajar ahora una chica joven como Gerente de Administración y Finanzas. Hay una persona que es muy valiosa también como Gerente de Operaciones. Lo fuimos armando para tener lo mejor posible para atacar. Algo que ya no es fácil, ya es un bichito un poco más grande que el que teníamos al principio. Yo creo que una vez que estemos armados vamos a seguir abriendo locales, en Montevideo hay todavía muchos lugares y muchos barrios a los que no llegamos.
Y sí, lo que más queremos y lo que nos planteamos con Nico es llegarle a todos las esquinas de los uruguayos. Veremos pero creo que antes de salir para afuera tenemos mucho que recorrer en Montevideo y en Uruguay.
Este año organizaron un concurso para estudiantes de la UM en donde la consigna era elaborar un plan de Recursos Humanos. ¿Cómo fue esa experiencia?
R: Rescatamos muchísimo de todo lo que hicieron. Tuvimos que elegir un ganador pero había cosas de otros grupos —que ni llegaron a los finalistas— que hoy nos estamos replanteando si empezar a incorporar las recomendaciones que nos hicieron. Nos costó muchísimo elegir a un ganador porque de los tres finalistas había dos muy buenos.
Ganó un equipo de chicos que no tienen más de 21 años. Hicieron un trabajo que perfectamente se lo pueden presentar a cualquiera de las grandes empresas del Uruguay y se van a llevar un reconocimiento. Eran tipos que realmente se lo tomaron en serio, que hicieron todos los pasos de lo que es una consultoría con una empresa: entrevistas, trabajaron adentro de los Kinko, fueron a las entrevistas de trabajo, armaron una presentación bien profesional.
Para nosotros fue tremenda experiencia y ojalá el día de mañana —ojalá no porque quiere decir que tenemos un problema— pero si llega a surgir algún otro problema, no descartamos para nada que podamos hacer otro tipo de concurso así en la UM.