Solidaridad en pandemia
Todos los años el Voluntariado de la Universidad de Montevideo (VUM) promueve, a través de distintas actividades, la vocación de servicio social en los estudiantes y comunidad UM. Para los voluntarios, ya es costumbre que haya fechas fijas para determinadas jornadas, como lo es el último fin de semana de marzo en la ciudad de Minas, una actividad que, desde diciembre del año pasado ya comienza a organizarse de la mano de Vida Universitaria.
El 13 de marzo, cuando se decretó la emergencia sanitaria en el país, el equipo de VUM tuvo que repensar su estrategia y nuevas formas de ayudar a la sociedad. Los cuarenta inscriptos en la actividad recibieron la noticia de la cancelación.
En la siguiente entrevista, hablamos con la coordinadora del VUM, Paula Vilaseca, sobre los desafíos y soluciones que encontraron frente a la situación de pandemia.
¿Cómo decidieron enfrentar este momento?
A partir del 13 de marzo el panorama se veía negro. Como a todos, la incertidumbre de no saber cuándo podríamos volver a la normalidad era un factor desafiante; por esta razón, decidimos poner en marcha actividades en las que, cumpliendo los protocolos establecidos, generáramos un aporte a la sociedad. Los voluntarios son importantísimos.
¿Qué actividades hizo el VUM este año?
Después de evaluar distintas opciones de actividades, decidimos reinventar el proyecto Ollas, jornada que realizamos desde el año 2017. Lo que se busca es recorrer diferentes barrios de Montevideo en el encuentro de personas en situación de calle para brindarles nuestro tiempo, compartiendo una charla, una sonrisa, un saludo, dejando en segundo plano el plato de comida.
Además, buscamos pensar cómo poder llegar a las personas que se encontraban en una situación más compleja, y es por este motivo que, en conjunto con un grupo de empresarios y el aporte del personal, profesores y alumnos de la UM, logramos formar más de 100 canastas para las familias del CADI con un promedio de 6kg cada una. Sin lugar a dudas, el aporte fue muy importante.
¿Cuáles dirían que fueron los desafíos?
El gran desafío que tuvimos este año fue el poder concretar un aporte a la sociedad a partir de una necesidad real por la que estaba atravesando el país. La situación del aumento de personas desempleadas generó una crisis económica en varias familias y la “olla popular” se hizo muy necesaria. Si todos los años se percibe el impacto que tiene esta actividad tanto en los voluntarios como en quienes reciben el plato de comida, este año se incrementó no solo en cantidad sino también la respuesta que tuvimos.
¿Esta situación generó alguna enseñanza particular?
Descubrimos muchísimas enseñanzas en esta situación, y quiero recalcar la sensibilidad que despertaron las consecuencias económicas de la pandemia en los voluntarios. Los alumnos abordaron la situación con gran compromiso y entrega en cada plato de comida. Demostraban el cariño que entregaban desde la preparación, pero entendiendo lo importante que es brindarse al otro más allá del plato de comida.
En todas estas jornadas, ¿hay algún momento que recuerdes en especial?
Un momento muy especial fue el Día del Niño, que festejamos con los más pequeños de los recorridos. Gracias a la iniciativa de un alumno de Facultad de Ingeniería se generó una campaña de recolección de juguetes. Disfrutamos cada sonrisa y palabras de agradecimiento, pero lo que más recuerdo aún fue la frase de un niño, Lucas, cuando vio el libro que había recibido: "Era el regalo que más quería", dijo.
¿Qué planes tiene el VUM para fin de año?
El último proyecto de este año es un almuerzo navideño para personas en situación de calle. Queremos llevarles nuestro cariño en este momento tan especial del año.