Lucila Arboleya
Lucila Arboleya es de La Heroica, Paysandú, y llegó a la Universidad de Montvideo (UM) en 2006 para estudiar Economía en la Facultad de Ciencias Empresariales y Economía (FCEE). Después de terminar, cursó el primer año del Máster en Economía de la UM.
En el momento en que se planteó estudiar un máster en el exterior, Lucila habló con muchos de sus profesores y escribió a estudiantes que habían cursado estudios en el extranjero para juntarse a tomar un café y hacerles preguntas.
Harvard fue la primera universidad a la que aplicó. Después de ser admitida, voló a Cambridge, Massachusetts, y comenzó a cursar el máster junto a casi 80 alumnos de más de 35 países diferentes, algunos de culturas muy distintas, como la República de las Seychelles, un archipiélago de 115 islas ubicadas en el Océano Índico, al noreste de Madagascar. Además, vivió en un departamento de la universidad con una estudiante argentina y otra peruana y estudiaba siempre con una alumna china, un francés y un keniata.
En un día de clases normal, Lucila cuenta que lo primero que veía al llegar a la universidad eran “miles de manos con vasos de café de Starbucks”, “un mundo de manzanitas de las Macs” y un grupo de personas que describe como “parecido a una convención de las Naciones Unidas”. Afirma que un día de clases era muy normal. “Gente que llega tarde y que se duerme en clase hay en todos lados”, agrega con humor.
Con toga, birrete en la cabeza y un globo terráqueo en la mano, Lucila obtuvo hace unos días en Harvard University el título de Master in Public Administration in International Development (MPA/ID).
¿Qué es lo que más te gustó del postgrado y de la universidad?
Un cliché, pero la gente. Lo que más voy a extrañar son las conversaciones. Las ganas generalizadas de saber y entender siempre un poquito más.
¿Cómo te preparó la UM para poder estudiar en Harvard?
La UM me preparó bien en Economía y Estadística por ejemplo, pero lo más importante es que me cruzó con gente que me inspiró y que me escuchó. Lo digo siempre: hubo varios profesores que fueron claves.
En la pasada entrevista que se publicó en la web de la UM decías que una de las cosas que te motivó a estudiar en Harvard era poder influir en políticas públicas o diseñarlas en el futuro y que te interesaba el área de las políticas energéticas y poder comprender la geopolítica del petróleo. Ahora que te graduaste, ¿tenés esa misma meta y esos mismos intereses?
Sí, sigo creyendo que la energía es clave para el desarrollo de los países. Es un tema que a veces parece un poco lejano o muy técnico para el ciudadano promedio, pero la verdad es que lo primero que hacemos al levantarnos es prender la luz. Desde las familias que utilizan la energía para calentar su hogar en invierno o las industrias que la necesitan para producir, la energía es vital y ubicua, aunque la cuidamos poco y no siempre pensamos en ella.
¿En qué te gustaría trabajar en el corto y largo plazo?
Me gusta el mundo de la energía. En el corto plazo me gustaría trabajar con gobiernos de países emergentes o en vías de desarrollo, ayudando a que mejoren su matriz energética, en temas de electrificación y diversificación inteligente. Gobiernos que implementen políticas de largo plazo. Además, me gustaría generar capacidad interna (state capability) para que estos gobiernos puedan tomar mejores decisiones por sí solos.
En el largo plazo me gustaría llevar ese expertise a Uruguay.
En el discurso de apertura del año académico de 2015 la presidenta de Harvard, Drew Faust, expresó su preocupación por una generación de profesionales que buscan su propio interés y bienestar, una cultura individualista, “la era de la selfie”, y motivó a los graduados de la universidad a mantener un espíritu de servicio a los demás. ¿Qué pensás sobre esto y cuál crees que es tu rol en este planteo?
Yo llegué al MPA/ID justamente porque se trataba de estudiar políticas públicas. El espíritu de servicio a los demás se puede hacer desde distintos ámbitos, incluso desde el privado sin duda ya que, en definitiva, a veces sólo basta ver por encima del hombro. A mí particularmente me interesaba estudiar y aprender cómo el Estado puede mejorar su servicio a los demás, que en definitiva debería ser la razón de su existencia. Y si bien hay mucha historia que desmotiva a muchos -especialmente los políticos y los tecnócratas- a creer en el buen rol del Estado, yo todavía creo en ese buen rol. Como me dijo alguien que tiene mucha experiencia en gobiernos: "Siempre se pueden hacer cambios si hay voluntad, te lo aseguro". Yo la voluntad la tengo.
Cuando te preguntaron sobre la enseñanza más grande que te dejó la UM en la entrevista pasada contestaste: “Que se puede. Hay que tener perseverancia y trabajar mucho, pero la UM me enseñó que en Uruguay nos podemos preparar para competir en el primer mundo”. ¿Qué le dirías a un universitario de la UM que sueña con estudiar un postgrado en el exterior o trabajar en un país del primer mundo?
Le diría que en algunas cosas somos primer mundo, la clave está en aprovechar esas cosas. Aprovechar la cercanía de la gente, sin duda. Yo antes de empezar a cursar el máster hablé y pregunté cosas a muchos profesores. Escribí mails a otros estudiantes que habían estudiado afuera, a uruguayos que trabajan en cosas que me gustaban. Les pedía para tomarme un café y hacerle un par de preguntas. Me contestaron muchos, y cada uno me aportó algo. En Uruguay decimos que eso es porque somos un país chiquito, pero en Estados Unidos es igual, sólo que le dicen “networking”.
Entrevista realizada en junio de 2015.